mariano martin portfolio: Ogro en collage con plastilinas

Ogro en collage con plastilinas

Aquí les muestro un ogro realizado en collage. Para esto utilicé elementos fotografiados en el patio de la casa de mis padres: un hacha, una escalera, unas palas, una regadera, un mandril de un motor eléctrico, también algunas plastilinas. Esta ilustración fue realizada para la galería de arte “PuroCuento” para el sitio Ediba Digital.

6 comentarios:

Joel Artigas11 de marzo de 2012, 5:10
Me ha encantado! Tienes unas ilustraciones magníficas. Me parece alucinante lo que se puede hacer con plastilina. Simplemente, genial!

Gracias. Hasta ahora! :)
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FiLi Feliz16 de marzo de 2012, 2:07
Muy lindo!........ felicidades!
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FiLi Feliz16 de marzo de 2012, 2:09
Es adictivo disfrutar artículos reales, mezclados con fotografía y claro.... plastilina.
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Vodka y vector

El vector se comporta como la unión caprichosa entre dos puntos en un espacio en el cual somos ajenos mientras nos hace creer que tenemos dominio puro de algo que siempre estuvo ahí.

Nos suele transportar a un mundo chato en el cual lo obvio, lo mínimo y lo fácil cobran chapa de correcto, redondeando siempre para el mismo lugar: ni para arriba, ni para abajo; para el peor de los lugares, el despiadado medio.

Cómplice de un mercado hereje asesino de cartelistas, maestros fileteros y otros tantos ilustres del pincel que fueron quedando en el camino del pseudo avance tecnológico, aplacando los aplausos para artistas que sin pasar la gorra nos regalaban con su oficio toda su pericia, su arte, su magia.

Compinche eterno de la falta de tiempo y el facilismo que nos hace prometer plazos imposibles ante su guiñe falso de ayuda incondicional, mientras por la espalda nos hace cargo del apretuje temporal de un mercado a veces bastardeado por causas de las que no es ajeno si no parte.

Un amigo de esos que son tan celosos que te quieren sólo para ellos, y te van alejando de otros amigos; y cuando te querés acordar dejaste los pinceles, las pinturas, las tijeras, los papeles. Entonces te dás cuenta y los volvés a agarrar, te volvés a manchar los dedos, vas sintiendo las texturas de los materiales y cuando crees que lo estás disfrutando lo volvés a llamar al vector para hacer alguna pavada, y te das cuanta que más vale tenerlo de amigo que de enemigo; y bueh… a los amigos nunca se los juzga.